La comida del futuro que llega silenciosamente – EXTRA – En la mira

La comida del futuro que llega silenciosamente – EXTRA

 – En la mira

El discurso “Vamos a comer cápsulas” siempre fue un drama barato de ciencia ficción, pero mientras todos miraban a las estrellas, la verdadera revolución alimentaria estaba sucediendo aquí mismo, en laboratorios que huelen menos a futuro y más a refrigerador universitario. La gran sorpresa del momento es un nuevo alimento que no pretende sustituir a nadie, sino cambiar la forma en que pensamos sobre lo que significa “comer bien”.

La innovación surge de combinar la biología sintética con técnicas de fermentación similares a la alquimia moderna. No es carne falsa, no es tofu disfrazado, no es una imitación de nada. Es algo suyo. Un biomaterial comestible que crece como si fuera una masa viva, modular, capaz de absorber sabores y texturas con una facilidad ridícula. Es como si la cocina y la biotecnología tuvieran un hijo experimental.

Lo más loco es que este alimento no requiere de grandes latifundios, vacas ni monocultivos. Crece en recipientes del tamaño de un frigorífico, se le suministran nutrientes básicos y se controla mediante sensores que regulan la temperatura, la humedad y la densidad celular. Una especie de pan cósmico que se desarrolla bajo luz LED.

Cuando se trata de pruebas con consumidores, realmente no sabes cómo describirlas. Algunos dicen que es “como carne, pero sin culpa”; otros lo comparan con hongos avanzados. Los chefs, siempre dispuestos a abrazar lo extraño, ya lo ven como un lienzo comestible: absorbe los adobos, adquiere un carácter crujiente, conserva la jugosidad y sobrevive a técnicas complejas sin desmoronarse. Un nuevo juguete para cocinas creativas.

El impacto ambiental es la parte más fuerte. Este alimento se puede producir utilizando una fracción mínima del agua y la energía que requieren los sistemas tradicionales. Además, su proceso genera muy pocos residuos y es independiente de las estaciones o el clima. La promesa es simple: nutrición estable en un planeta cada vez más impredecible.

Por supuesto que todavía quedan preguntas. ¿Podría desplazar a grandes industrias? ¿Qué pasa con las regulaciones? ¿Cómo reaccionará la cultura donde la comida es tradición, memoria y cariño? Las transformaciones de los alimentos nunca son sólo técnicas; Son sociales. Son rituales que cambian.

Está claro que esta invención ya no es una teoría. Está aquí, creciendo silenciosamente, esperando que la curiosidad humana se apodere de él. Quizás la comida del futuro no sea una cápsula brillante, sino algo mucho más humilde: una masa viva que aprende sabores como quien aprende un idioma.

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