El exministro, exembajador y candidato presidencial Juan Carlos Pinzón cuenta intimidades de sus gestiones con EE. UU., en medio de la crisis con el gobierno Petro. Explica cuáles serían los componentes de un nuevo acuerdo estratégico con ese país, de llegar a ser presidente.
¿Su opinión sobre el triste aniversario de los 40 años de la toma del Palacio de Justicia?
Fue un acto de barbarie y de terrorismo histórico. De la mano del cartel de Medellín, la intención del M-19 era hacerle un juicio político al presidente de la República y tomarse el poder. Las Fuerzas Armadas ese día salvaron la existencia de las instituciones. Es verdad que no estaban entrenadas para una situación de terrorismo como ese, por lo que hubo excesos asociados a una realidad de capacidades del momento. Pero el responsable histórico fue quien se tomó el palacio, el M-19. El general Arias Cabrales lleva décadas enteras en la cárcel, allá tuvo que enterrar a su esposa, mientras quienes se tomaron el Palacio de Justicia están hoy gobernando Colombia. Eso causa indignación entre mucha gente y me incluyo.
Como candidato presidencial, ¿tiene pensado participar en alguna consulta?
Vengo proponiendo la idea de que Colombia necesita una coalición democrática, de centroderecha, donde los sectores que defendemos la democracia, la libertad, apoyamos a las Fuerzas Armadas y queremos ver una Colombia libre en materia económica, con reputación internacional, nos sumemos, y de allí salga un candidato único fuerte que gane en primera vuelta el 31 de mayo del 2.026.
Ya no queda mucho tiempo para esa coalición. Ahora el Centro Democrático elegirá a su candidato o candidata por encuesta; y vienen las elecciones de marzo, en las que cualquier consulta presidencial estará atada a las elecciones parlamentarias
Sin duda es en marzo cuando tiene que ocurrir esa coalición democrática de centroderecha. Allí confluiremos un grupo de candidatos con el apoyo de partidos, que, esencialmente, el día de la elección de congresistas saque una votación muy importante, ojalá histórica, que dé una señal clara al país de que podremos tener un presidente elegido en primera vuelta.
Pero usted no tiene congresistas…
Ese es un buen punto. Pero tampoco quiero dedicarme a las componendas políticas. Como tengo la experiencia para resolver los problemas de la gente, todos los días me llegan apoyos políticos con los que nos iremos fortaleciendo para lanzar mi candidatura. Esto lo vamos a ir cocinando en un fogón, con el calor apropiado.
¿Usted no ha lanzado formalmente su candidatura?
Ingrid Betancourt nos acogió en Oxígeno y estamos muy reconocidos y agradecidos con ella. Me dijo Ingrid el otro día, con una frase muy bonita, que, así como ayudé a sacarla a ella de las garras de las Farc, hoy considera que yo debo sacar a Colombia de las garras de la criminalidad y de la anarquía.
¿Me recuerda qué participación tuvo usted en la operación Jaque, precisamente la que sacó a Ingrid de las garras de las Farc?
Era viceministro. Esa operación comenzó mucho antes con otra que se llamó Elipse, vinieron expertos americanos y a mí me tocó formar parte de la planificación de esa primera fase. La segunda fase se convirtió en Jaque, cuyo mérito es enteramente de la inteligencia del Ejército, hay que reconocérselo todo, porque ellos son los verdaderos héroes, con el apoyo fundamental del presidente Uribe y del ministro de Defensa de la época. Pero claro que yo fui un protagonista en todo eso, un jugador que contribuyó a la planificación, al acompañamiento, y luego a la postoperación. No entro en tantos detalles, pero por supuesto que ahí estuve.
Volviendo a la consulta, entonces usted no tiene planeado irse derecho a primera vuelta…
Por eso estoy dispuesto a ir a una consulta en marzo, es una decisión clara. Si voy a ser el presidente necesito una coalición fuerte, una unión, una suma de liderazgos. Nadie puede hoy enfrentar estos retos pensando que individualmente va a arreglar los problemas. El momento propicio para sumar esa coalición es marzo. Pero estoy convencido de que, para ese momento, otras fuerzas políticas habrán ido apoyando esta candidatura, porque ven en mí a un candidato serio, con contenido, con experiencia, que no va a improvisar. Me favorece que tengo una gran relación con los alcaldes y los gobernadores, y recuerde que el próximo gobierno va a tener un año y tres meses de trabajo con ese equipo actual. Los vamos a apoyar para que ellos sean exitosos en su oficio, y yo tendré que dedicarme a recuperar el orden y la seguridad en todo el territorio.
Si los expresidentes Uribe y Gaviria logran ponerse de acuerdo en una consulta o en alguna encuesta de favorabilidad, ¿estaría dispuesto a respetar los resultados, gane el que gane?
Soy una persona de palabra, y cuando me comprometo, cumplo. Esa iniciativa de los expresidentes y otros líderes importantes del país es conveniente para construir esa coalición democrática. Creo que allí deben entrar todos los candidatos que cumplan los criterios de defensa de la democracia, de la libertad de las instituciones y por supuesto, va a ser muy importante que tengan las condiciones éticas apropiadas para participar. Una vez conformada esa coalición y definidos quiénes son los jugadores, habrá que hacer el esfuerzo de sacar esto adelante.
¿Por qué cree que es tan difícil?
Hay personas que consideran que no deben ir a una consulta con unos; otras que consideran que no deben hacerlo con otros. Quisiera tratar de unificar todos estos sectores para tener una sola consulta.
¿Usted y el doctor Germán Vargas han hablado de hacer planes juntos? Mejor dicho: ¿aquí quién está esperando a quién?
He hablado con el doctor Vargas. Hago votos por su salud. Es un hombre demasiado valioso para Colombia. Al mismo tiempo, él tiene que tomar sus decisiones; cuando lo haga, estaremos prestos a conversar, porque hay una buena amistad y una buena comprensión.
Pasemos al tema de orden público que usted conoce mejor que nadie. ¿Si lo eligen presidente, cómo piensa resolver el problema en el que estamos?
Esa que llamaron “paz total” ha creado un fortalecimiento criminal inusitado; estos tipos se pavonean en las regiones. El problema de la seguridad es más grave de lo que el país se imagina hoy. Tenemos las economías criminales más grandes de la historia en el negocio de la cocaína, del oro ilegal, de la extorsión, del microtráfico. Esto se desbordó. Estuve hace unos días en Jamundí, en los farallones de Cali, a donde la policía no sube de cierto punto porque no tiene el apoyo, ni los recursos ni las capacidades. Los criminales se sienten fuertes, no los atacan, no se les puede aplicar la fuerza. Estuve en la Macarena, allá en el sur del Meta, sitio emblemático, desde donde lanzamos buena parte de las operaciones que destruyeron las capacidades de las Farc en su momento; hoy, por cuenta del famoso cese del fuego con el tal ‘Calarcá’, los guerrilleros caminan de civil por las calles y la policía y las fuerzas militares no les pueden hacer nada: tienen sometida a la población. Una señora se me acercó y me dijo al oído llorando: libérenos.
Por eso le pregunto: ¿cómo vamos a resolver este problema?
Con método. Aquí el que diga que llega y que se arregla todo no sabe de qué está hablando. Hay que tener la experiencia de haber confrontado una organización criminal para saber cómo diseñar una política pública, que sí resuelva los problemas.
¿Por ejemplo el doctor Abelardo de la Espriella, tan bien ubicado en las encuestas, tiene alguna experiencia en este tema? Se lo menciono, porque ambos compiten en el mismo nicho y de pronto se encuentran en la misma consulta…
No tiene una experiencia en estos asuntos, ha sido un abogado. Para enfrentar estos problemas se requiere capacidad de planificación, de entender cada región en su particularidad. Hay que diseñar otra vez unas Fuerzas Armadas con todos los requerimientos en inteligencia, movilidad aérea, nuevas tecnologías, capacidad de guerra de drones; y devolverles la seguridad jurídica a nuestros hombres, tema que los angustia profundamente. La JEP se ha convertido en una frustración que afecta su voluntad de lucha. Por eso hay un pie de fuerza totalmente diezmado. Los colombianos merecen tener la confianza de que su próximo presidente es una persona preparada, toreada, con éxitos. Seguro también con frustraciones, que hoy puedo precisamente ayudar a corregir, porque conozco a fondo el país, el estado de su seguridad y de su economía.
Menciona a la JEP. Usted fue ministro de Defensa del gobierno Santos, bajo el cual este órgano de justicia transicional se creó…
Lamentablemente, ese gobierno perdió un poco el rumbo cuando decidió firmar cosas que al final debilitaron la seguridad del Estado.
Me consta que usted se distanció en un momento dado del rumbo de ese proceso de paz con las Farc…
Estuve en desacuerdo de manera particular con parar la aspersión. También cuando ya me di cuenta de que había un exceso de impunidad que pondría al país en una situación difícil. Y cuando vi el debilitamiento de las Fuerzas Armadas. Todo eso generó mi distanciamiento. La ventaja que tengo es que entiendo exactamente lo que pasó, qué hicimos bien y en qué tenemos que corregir el rumbo.
¿Es cierto que por el buen nombre que dejó en los círculos de Washington usted ha sido clave en el tema de que no castiguen a Colombia con aranceles?
Hoy tenemos la peor relación entre Colombia y Estados Unidos desde los hechos de Panamá: de esa gravedad es lo que está pasando. Ni siquiera fue así cuando Samper. Ya no es solo un presidente sin visa, sino incluido en la Lista Clinton. El Presidente decidió convertirse en un contradictor internacional, aprovechándose del momento geopolítico. Pero es una enorme irresponsabilidad con los colombianos que hoy Petro trate de lucirse con sus grupos de amigos internacionales de la izquierda radical. Está poniendo en riesgo millones de empleos. En el mundo de las flores, del banano, del aguacate, del petróleo, de los textiles, es gravísimo lo que está haciendo. Y fuera de eso ha empoderado a la criminalidad, así no le guste que se lo digan. Se alió con el cartel de los Soles, lo que en EE. UU. se ha interpretado muy mal. Se fue a Nueva York a provocar, a ofender, y estamos viendo esas consecuencias.
Pinzón dice que se requiere nuevo acuerdo con Estados Unidos en seguridad. Foto:Mauricio Moreno. el tiempo
¿Pero en qué consistió concretamente su intervención? A usted le atribuyen gran poder de interlocución…
Yo venía, de pura coincidencia, pasando de tránsito por Washington ese domingo, cuando vi que a Colombia le iban a poner aranceles. Decidí llamar al Departamento de Estado a ver si de pronto me recibían… Esa es la importancia de tener buenas relaciones, reputación y respeto. De inmediato me atendieron ese lunes a la una de la tarde, aplacé mi viaje y fui solo con un objetivo no político, sino patriótico: explicar la gravedad que tendría que nos impusieran aranceles. Aquí quiero hacer un reconocimiento a un hombre muy importante hoy para Colombia, el senador Bernie Moreno. Creo que mi presencia reforzó su esfuerzo. Pude explicar el golpe que eso implicaría para 4 o 5 millones de empleos que se perderían en un año. Les dije por qué el único que se iba a beneficiar con eso era la criminalidad en Colombia y, desde luego, Petro. Yo sí me siento hoy contento de haber contribuido, pero hay que ser también humildes: no tengo hoy ningún poder distinto al de ser recibido por el Gobierno de EE. UU. con credibilidad.
¿Se tocó el tema del apoyo a nuestras Fuerzas Militares?
Pero claro. Hablé de la importancia de que no nos quiten ese apoyo. Primero, porque el 7 de agosto las vamos a necesitar para poder recuperar el país. Pero, segundo, porque no puede fracasar la acción de la Policía y del Ejército en el Plan Democracia, que deberá garantizar el orden público durante el proceso electoral. Esa sí puede ser la excusa perfecta de Petro para decir mañana que no hay elecciones, porque no se pudo desplegar la seguridad en el país.
¿Vio al Gobierno de EE. UU. preocupado?
Mucho. Por eso andan implementando unos procesos muy serios en los que hasta se están imponiendo sanciones individuales. Me inquieta que en estos ocho meses que quedan, Petro, su gobierno y sus afines busquen provocaciones adicionales. Le debe quedar claro al país que no les importan Colombia ni los colombianos.
¿Quedaron planteados con EE. UU. planes hacia el futuro?
Aproveché para tocar un tema final con ellos. Les dije que el 7 de agosto tendremos un gobierno nuevo, que yo espero ser ese gobierno, y que como presidente de Colombia necesitaré un nuevo acuerdo estratégico con Estados Unidos en materia de seguridad.
¿Un nuevo acuerdo estratégico para qué?
Por ejemplo, para que podamos recuperar temas de inteligencia, movilidad de las Fuerzas Armadas, incluyendo todos sus helicópteros y su mantenimiento. Para que tengamos acceso a nuevas tecnologías, por ejemplo, en las doctrinas de guerra de drones, para fortalecer a las Fuerzas Armadas. Pero también para que vengan compañías que se reorganicen en Colombia. Nos han excluido de asuntos que se están discutiendo en el mundo, como nuevas tecnologías en semiconductores o minirreactores de energía nuclear.
Y en temas distintos a la seguridad, ¿qué más incluiría ese nuevo acuerdo estratégico con EE. UU.?
Pretendo crear la beca Miguel Uribe Turbay. A él lo quise mucho, firmé su carta cuando se fue a estudiar a Harvard. Este homenaje en su memoria consistirá en mandar cada año a unos 2.000 a 3.000 colombianos de ingresos relativamente bajos a estudiar a universidades en el exterior y que vuelvan al país después a servir, como lo hizo Miguel. Estos serán los temas de ese nuevo componente de la relación con Estados Unidos. Estoy listo para ejercer el mando de Colombia, el de las Fuerzas Armadas y el liderazgo de los colombianos en un momento como el actual.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

