El senador conservador Efraín Cepeda enfrenta una dura embestida contra su precandidatura presidencial. Fuertes rumores indican que están presionando a congresistas conservadores, incluso con presuntos ofrecimientos de ‘favores’ en las cortes, para que apoyen a otros aspirantes. ¿Está metida el ala petrista del partido en la división?
Senador Efraín Cepeda, usted resistió un durísimo embate del presidente Petro cuando ejerció la presidencia del Congreso durante la pasada legislatura. Lo irónico es que el Partido Conservador viene de ser ‘partido de gobierno’…
Algo indigno para una colectividad de 176 años, con principios totalmente opuestos. Respetamos la familia y allá no se habla de familia; hemos sido el partido del orden y allá no se habla del orden; hemos sido el de las libertades, y el Gobierno Nacional las cercena todos los días; y hemos apoyado la iniciativa privada.
Y ustedes, en medio de esas contradicciones, metidos en una coalición de gobierno…
Expresé en ese momento que me sentía indigno de pertenecer a ese partido de gobierno y que sentía que los congresistas habíamos perdido reputación nacional. Fue cuando me ofrecieron que me le midiera a la presidencia del directorio del partido, que ocupaba en ese momento el senador Trujillo.
Carlos Andrés Trujillo, senador del partido Conservador. Foto:Facebook Carlos Andrés Trujillo
¿El presidente del Partido Conservador cuando se hizo la alianza con Petro era el senador Carlos Andrés Trujillo?
Sí. Él era el presidente del Partido Conservador. Y fue una dura campaña que terminó con 9 de 10 votos a mi favor. Salvo por el senador Trujillo, los nueve tuvieron la gallardía de votar por mí. Inmediatamente cité a reunión de bancada y pasamos de ser partido de gobierno a partido independiente.
¿Y por qué no de una vez pasaron a partido de oposición, como debió ser desde un principio, teniendo ideas tan distintas?
“La política es el arte de lo posible”, decía Bismarck; y lo posible en ese momento era la independencia. Así hemos venido actuando una mayoría de conservadores. Incluso haciendo oposición cuando corresponde. Entonces derrotamos al menos siete de las reformas petristas que consideramos nocivas para la sociedad, para la democracia, para la división de poderes y por respeto de la Constitución. Sencillamente no servían.
Pues bajo los auspicios de ese senador, el ‘petro-conservatismo’ hizo una gran alianza con el Gobierno, que no era necesaria (a menos que lo que estuvieran buscando fuera ‘mermeladita’, digo yo). Un partido con entereza, con integridad, con la firmeza necesaria, no tenía que entrar a una coalición de gobierno y más bien haber ejercido la libertad de votar en el Congreso como más le conviniera al país, así se tratara de iniciativas del Gobierno o no. ¿Para qué necesitaba entrar a esa alianza el Partido Conservador?
De acuerdo. Se dio a entender que como partido de gobierno, se votaría todo en el Congreso a pie juntillas, como un notario del Ejecutivo. Pero el partido debe defender las libertades. Se lo digo con la autoridad de llevar nueve periodos en el Senado y haber sido tres veces presidente del partido.
¿Alguna vez en su larga trayectoria política le ha tocado capotear un momento tan amenazante como el que enfrentó en la legislatura pasada como presidente del Congreso? Nos sorprendió gratamente a muchos lo valiente que fue. Es que el presidente Petro lo vapuleó y aventó en plena plaza pública…
Nunca tan difícil. Pues sí, a mí el presidente Petro me amenazó con la bandera de guerra a muerte, me dijo jefe de la banda y hasta ‘h. p.’. Pero yo tenía que defender la Constitución, la dignidad del Congreso, la división de poderes y dejar en claro que el Senado no podía ser notario de las iniciativas del Ejecutivo; un proyecto que pasaba a conciliación pues se podía conversar, pero no bajo imposiciones ni autoritarismo.
¿Imposiciones como cuáles, por ejemplo?
Si quiere que le mencione un solo ejemplo, la única vez que el presidente Petro me invitó a su despacho, en presencia del ministro del Interior de entonces, Juan Fernando Cristo, me exigió que aprobáramos un Presupuesto General de la Nación que se financiaba con una reforma tributaria nociva para los colombianos. Le dije: ‘vea, Presidente, no hagan eso; yo, como presidente del Congreso, no puedo aceptar que los congresistas apoyemos a ciegas una reforma tributaria sin antes discutirla’.
Presidente Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar este 24 de octubre Foto:Diego Caucayo – El Tiempo / Néstor Gómez – El Tiempo
¿Y ahí empezaron las enemistades?
Le sigo narrando lo de la reunión para que vea cómo terminó. El Presidente me dijo que lo iba a pensar. ¿Pensar? Terminó sucediendo que en el colmo del autoritarismo, nos recetó el presupuesto con la reforma tributaria sin discutir. Resultado, por primera vez en la historia hundimos el monto del Presupuesto y el Presupuesto General de la Nación y, además, hundimos una nociva reforma tributaria de 12 billones de pesos.
El Partido Conservador, como otros partidos en el presente que enfrentan divisiones internas, tiene un ala petrista. Es a lo que le dicen ‘petro-conservatismo’. ¿Esos congresistas que han votado contra las directrices del partido han sido sancionados disciplinariamente?
Ciertamente se han tomado decisiones de acuerdo con la ley de bancadas, en diferentes proyectos; los congresistas que no han estado en línea con el partido han sido sancionados por la veeduría, el órgano sancionatorio. De hecho, hay todavía algunos que siguen sancionados por no acatar la ley de bancadas, o sea, por no seguir las directrices que se fijan.
Hoy vemos amagos de otra fuerte división interna en el Partido Conservador, ya en materia de candidaturas presidenciales. Un sector de su partido claramente quiere apoyar al excontralor Carlos Felipe Córdoba y pasarle a usted por encima…
Siento que durante mi presidencia dejé en alto al Congreso de la República, al Senado; de hecho, subió varios puntos en las encuestas. Enaltecí los valores conservadores. De ahí salió que muchos colombianos me pidieran que me presentara como precandidato presidencial. No estaba en mis planes, pero, pues, fueron muchísimas las peticiones, sobre todo cuando hundimos esa manzana politiquera de la consulta popular, que no era otra cosa que hacer campaña política con 800.000 millones de pesos de los colombianos.
Córdoba fue contralor general durante la presidencia de Iván Duque. Foto:Fernando Ariza. EL TIEMPO
¿Cómo empezaron a moverle la butaca?
Yo sí veía un ambiente enrarecido en el partido en el aplazamiento de la toma de decisiones respecto a las candidaturas. Afirmé que si estas no se tomaban prontamente, condenaríamos al partido a no tener vocación de poder.
La decisión que se tomó fue ampliar el plazo inicialmente establecido para las inscripciones a candidaturas del partido…
Sí, el 4 de noviembre se decidió por unanimidad abrir inscripciones por siete días, hasta el 11. Entonces fue cuando apareció una carta con 11 firmas que apoyaba cambiar las reglas de juego, ampliando el plazo para la inscripción hasta el 1.º de diciembre.
¿Qué ocurrió en ese breve lapso?
Eso es lo que uno se pregunta: ¿qué presiones alteraron súbitamente lo acordado?
Ese ‘súbitamente’ indicaría que se trataba de ampliar el plazo para que alguien alcanzara a inscribirse a última hora. Aparece entonces en el tablero el excontraralor ‘rey’ Pipe Córdoba, cuya rápida carrera como abogado me recuerda, no sé si con razón o sin ella, a la carrera ‘flash’ como contadora de la célebre doña Juliana Guerrero. A ambos les pasó que ciertos cargos a los que aspiraban exigían unos cartoncitos profesionales adicionales… ¿Será que el conocido ‘rey’ Pipe le va a enmochilar su candidatura?
No tengo nada en contra del doctor Carlos Felipe Córdoba. Pero sí ha estado su mano en la parálisis y división del Partido Conservador y coincide con el aplazamiento de la inscripción de los candidatos del partido hasta diciembre.
¿Cree que esta división la pueda ver con beneplácito el ala petrista de su partido?
Es evidente que el petrismo del Directorio Nacional Conservador ha estado en ello. Esas fuerzas petristas estarán poniéndole el oído al Presidente. Para nadie es un secreto que me declaró como su enemigo.
¿No habría sido más lógico que su partido estuviera uniendo fuerzas para apoyarlo a usted, en solidaridad con la valentía que demostró ante todos esos ataques, que nos sorprendió a muchos?
Pero es que en las fuerzas decisorias hay una combinación de petristas con otros, que han cedido a presiones impresentables.
¿Qué son presiones impresentables? Porque se escucha que han surgido unos ofrecimientos de favores ante las cortes a cambio de entorpecer su candidatura y favorecer otras…
Una cosa son los petristas que lo hacen por convicción, que se oponen a Efraín Cepeda per se, porque así lo receta su jefe, el Presidente de la República. Otros son los que ceden a presiones impresentables.
Increíble que a una persona de todos los quilates de trayectoria en ese partido como usted de pronto terminen imponiéndole la candidatura de un señor que, como él mismo reconoce públicamente, ni siquiera es conservador…
Pues hasta ahora lo que ha pasado es que de los 11 que firmaron la carta de aplazamiento de la inscripción de candidatos, hay cuatro que son del ala petrista y otros siete sometidos a esas presiones impresentables.
¿Como la de ofrecer favores a los congresistas, que se gestionarían en altas cortes?
No le puedo precisar con detalle en qué consisten, pero, como dice el adagio popular sobre las brujas: ‘que las hay, las hay’. Hoy la presidencia del partido está en cabeza de Nadia Blel y, pues, también me sorprendió mucho que se aliara con esa ala petrista. No hablo ni siquiera de mi candidatura, sino del Partido Conservador. Me da profunda tristeza que, con sus 176 años de historia, abandone la vocación de poder, cuando ha podido estar participando en defensa de lo más preciado en Colombia que es la democracia. Porque estamos precisamente en un punto de quiebre. Si gana el petrismo en las elecciones del 2026, nos vamos por el mismo hueco negro de Cuba, Nicaragua o Venezuela y en el camino por el que va México.
Lo que es increíble es que termine siendo con ayuda de sus amigos conservadores…
Sí, claro. Me sorprende que las directivas de mi partido estén haciéndole juego a su división profunda. Serán ellos los responsables de renunciar a la opción de poder que debe tener cualquier partido político, sobre todo uno adulto, como el nuestro. Aceptar alianzas con el petrismo desdibuja inmediatamente la figura anti-petrista del Partido Conservador.
¿Sea quien sea a quien elija su partido, llegará directo a la primera vuelta o hará una parada en alguna consulta?
Lo peor que le puede pasar a la centro-derecha es que lleguemos divididos con cinco o seis candidatos a la primera vuelta y el Pacto Histórico con uno solo. En ese caso se va el Pacto a segunda vuelta y por eso hay que pensar en la posibilidad de unirnos. Sin embargo, veo fracturas en los partidos de centro-derecha, incluido el Conservador, y ahora con esta fractura apoyada con el ala petrista…
Un tema urgente del momento político es el de cómo se han degradado las relaciones con EE. UU., hora tras hora, y qué va a pasar en Venezuela. El presidente Petro dice que se acabó la colaboración con EE. UU. en inteligencia y el ministro Benedetti sale a contradecirlo…
Es una situación inédita para Colombia, una vergüenza nacional. Durante mi presidencia del Congreso fundé la Comisión de Amistad del Senado de Colombia con el Congreso de los Estados Unidos, en el momento de aquella crisis cuando Petro, a las 3:40 de la madrugada, devolvió unos aviones con migrantes que él había ya autorizado, y fue la primera crisis. La comisión que conformamos de nueve partidos políticos viajó a EE. UU. a reunirse con congresistas tanto republicanos como demócratas. Por supuesto, reiniciaremos las relaciones con los Estados Unidos. Vamos a fumigar los cultivos ilícitos con drones y terminaremos con la ‘paz total’ y con sus ceses bilaterales del fuego, que son los que han entregado a la delincuencia 649 municipios en Colombia. Eso se va a revertir. Les vamos a desamarrar las manos a las Fuerzas Militares, que hoy en esos municipios están confinadas, mientras los bandidos están en la calle. Los ciudadanos son los que deben estar en la calle y los bandidos en la cárcel, con la autoridad de unas fuerzas armadas dignas.
¿En Venezuela, qué es mejor: una incursión armada o un acuerdo que parecería factible, por fortuna, para que Maduro salga del poder?
Creo en la necesidad de una presión fuerte de los EE. UU. para que salga el dictador jefe del cartel de los Soles.
¿Pasará la reforma de la salud?
Pues no soy miembro de la Comisión Séptima, pero la prueba reina de que esa reforma de la salud es inconveniente para los colombianos es que se la aplicaron a Fecode como un piloto y en pocos meses hay el doble de quejas contra ese sistema de salud, que el Gobierno ha deteriorado, sobre todo, por el desprecio al sector privado.
¿Y la reforma tributaria?
Con un crecimiento de alrededor del 5 %, precisamente con la participación privada, no vamos a requerir reformas tributarias. Ya a Petro le hundimos la primera, y aprovecho para anunciarle que le vamos a hundir la segunda, de 16 billones de pesos, que hoy está cursando en el Congreso de la República. Rendiré ponencia negativa.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

