El trágico asesinato de siete soldados que se encontraban protegiendo un Espacio de reinicio costero (ETCR) en la Liga de Guavas representa una preocupante continuación de actos violentos perpetrados por una estructura armada leal, encabezada por Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá. Este incidente ha evidenciado una descomposición en las mesas de diálogo que involucraban al personal central de las FARC, lo que plantea serias dudas sobre el futuro de los acuerdos de paz alcanzados.
Las negociaciones con lo que ahora se conocen como los principales miembros de los bloques y estructuras armadas se iniciaron tras la implementación de un alto el fuego en regiones como Nariño, Valle del Cauca y Cauca. Sin embargo, los desencuentros han sido comunes, especialmente cuando se suma la reciente decisión del gobierno de levantar el alto al fuego para responder a una serie de ataques perpetrados por los bloques al mando de Vera, alias Iván de Nestor Gregorio, los cuales han estado dirigidos contra diversas comunidades indígenas en Cauca. Este contexto se agrava con el asesinato del líder indígena, Carmelita Yule Pavi, junto con otros episodios de acoso a la población civil.
Violencia contra los firmantes de paz
A pesar de que el grupo armado ha justificado su accionar tras el ataque en Guavare, argumentando defensa legítima, ningún análisis detalla las operaciones sistemáticas que se han desplegado cerca del ETCR ni el daño causado a los militares y a la población civil. En junio del año pasado, durante un conflicto territorial con “Second Marquetalia”, el frente de Iván Díaz realizó un desplazamiento forzado de 82 personas -incluyendo hombres, mujeres y niños- que vivían en Miravalle, un lugar ubicado en San Vicente del Caguán, utilizando cifras aproximadas de fiestas comunes.
El ETCR de Miravalle, Caquetá, acogió a 82 personas.
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Las Naciones Unidas
Durante el año anterior, también se reportó que más de 200 firmantes del acuerdo de paz habían sido forzados a abandonar el ETCR Mariana Páez, ubicado en la meseta. Los miembros de la oposición, identificados con Calarcá y Bite, son señalados como responsables de múltiples asesinatos de excombatientes desde su firma en Catatumbo, y continúan liderando las listas de organizaciones armadas que amenazan a los firmantes: se han documentado 460 crímenes desde la firma del acuerdo de paz.
Monopolio de extorsión en la región
En julio, se reportaron actividades de extorsión en la parte sur de Meta, particularmente en la ciudad de Uribe, donde comerciantes, finqueros y desarrolladores se vieron obligados a enfrentar diversas amenazas. El costo de estas extorsiones es elevado; los grupos exigen 10,000 pesos por cada hectárea de tierra y 10,000 por cada cabeza de ganado. Además, hasta se han establecido tarifas de 3,000 pesos por cada pollo que se cría.
Para aumentar el control sobre la población, los líderes de estas bandas han convocado reuniones obligatorias mediante folletos en los que se menciona el constante Comité de Finanzas de Castro, estableciendo multas por no asistir. En un solo evento, se estima que más de 3,200 personas se vieron obligadas a contribuir con fondos irregulares, destinados a la construcción de puentes y otras obras de infraestructura.
Armados y en camiones improvisados
El 23 de julio, se evidenció cómo un grupo de miembros de la oposición fue interrumpido por vigilancia militar en la vía entre Medellín y Anorí (Antioquia), lo que resalta la actividad constante de estos grupos. Estos individuos se encontraban en camiones del Departamento de Protección Nacional (UNP).
Los camiones UNP sin arrestos de miembros de la oposición de las FARC.
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Entregado.
A pesar de que ciertos miembros de la Asociación podían utilizar los vehículos de la UNP bajo los protocolos acordados por el gobierno para los implicados en el proceso de verificación del cese al fuego, la autorización no incluía a aquellos que no estaban directamente involucrados en el proceso.
¿Cuántos son?
En la actualidad, Calarcá, quien fue comandante del 40 Frente de las FARC y está al mando del bloque de Jorge Suárez Briceño, es una de las figuras más destacadas de esta estructura que aglutina a los principales grupos armados en la región. Su influencia se extiende por áreas de Meta, Caquetá y Guavare, donde mantiene un constante enfrentamiento por el control de las economías ilegales.
La inteligencia militar estima que estas organizaciones armadas cuentan con alrededor de 1,160 miembros, tanto en combate como en redes de apoyo. El bloque comprende ocho estructuras, incluyendo el frente Rodrigo Cadeto, liderado por Juan Agudelo Salazar, alias Uriah Perdomo, y con presencia en Caquetá, así como el frente de Raúl Reyes bajo el mando de Yeison Alexis Ojeda, también conocido como Danilo Alvizú, con activos en Amazonas, Caquetá y Putumayo.
El contexto actual de la violencia y sus repercusiones.
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Tiempo
Camilo A. Castillo
Político
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