
“Anoche escuchamos un estruendo y cuando nos despertamos ya se había caído otro trozo del borde”, dice María del Carmen Polo, vecina Sitionuevo, uno de los municipios donde nace el río Magdalena Navega sin frenos por la orilla.
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El miedo se repite entre decenas de familias que viven a pocos metros del cauce del río. Temporada de lluvias Los deslizamientos de tierra se aceleraron, poniendo de relieve una amenaza que había estado creciendo durante años.
La situación no es diferente en la zona costera. En el kilómetro 19 de la carretera Ciénaga-Barranquilla el nivel del mar ha aumentado y ya ha destruido más de 70 metros de playa. Las olas golpean con fuerza el borde del asfalto y los conductores miran ansiosos cómo el mar parece acercarse a la carretera, la misma que conecta Magdalena con el Atlántico.
Una decisión de actuar con urgencia
Ante la gravedad de la situación, el gobierno del Magdalena decidió declarar desastre natural tras una reunión del Consejo Departamental de Gestión de Riesgos, encabezado por la gobernadora responsable, Ingris Padilla.
Esta medida permitirá actuar de inmediato para atender tres frentes de erosión: en el kilómetro 19 de la carretera Ciénaga-Barranquilla y en las zonas ribereñas de Sitionuevo y Salamina, donde la fuerza el río amenaza viviendas, cultivos y vías de servicio.
El gobierno está tratando de abordar urgentemente los puntos más críticos resultantes de la erosión. Foto:estas enviando
“Tuvimos que actuar con rigor. No podíamos esperar a que ocurriera una tragedia”, dijo Ingris Padilla al final de la reunión del comité.
El Gobernador(es) explicó que gracias al decreto de desastre, los recursos y la logística podrán realizar obras de mitigación, atención y reconstrucción en los puntos más críticos.
Los organismos están articulados.
Entidades nacionales como Invías, IDEAM, Defensa Civil, Cruz Roja Colombiana, Bomberos, así como Corpamag, Promigas, Batallón de Infantería y Policía Departamental.
Los compromisos asumidos incluyen monitorear la situación e implementar acciones preventivas, de respuesta y de reconstrucción.
Erosión fluvial y costera: dos amenazas vivas
Informes técnicos indican que en Salamina y Sitionuevo, el río Magdalena ha debilitado el talud natural, poniendo en riesgo tierras y propiedades agrícolas. En algunos sectores, las casas se acercan al límite.
Mientras tanto, en la franja costera, la erosión marina continúa carcomiendo la playa y amenazando las estructuras viales. yolluvias y viento fuerte han acelerado el deterioro en los últimos meses. La comunidad del sector afirma haber visto cómo el mar avanzaba unos metros más hacia la carretera en el transcurso de algunas semanas.
“Ya ni siquiera podemos pescar tranquilamente. El mar se ha apoderado de la playa y ahora está cerca de la carretera. Si no hacen algo rápido, nos quedaremos aislados”, dice Luis Cantillo, un pescador de Tasajera.
Plan de trabajo en progreso
El decreto sobre el estado de desastre natural permitirá la implementación de un plan de acción inmediata, que incluye obras de protección en los lugares más afectados, instalación de barreras protectoras y articulación de recursos con el Gobierno Nacional.
A las comunidades les preocupa que el río esté creando cada vez más baches. Foto:estas enviando
“Trabajar en la prevención es una de las consignas de este modelo de gobierno. Hacemos seguimiento desde el territorio y preparamos mesas de trabajo para cumplir con nuestras obligaciones”, enfatizó el gobernador (e).
Las medidas a corto plazo incluyen intervenciones de emergencia en el kilómetro 19 para asegurar la carretera, mientras que las soluciones constructivas a mediano plazo pretenden detener la erosión de los ríos en el norte del departamento.
El desafío de vivir frente al cambio climático
El fenómeno de erosión que hoy atormenta al Magdalena es también consecuencia de la llamada cambio climático y una falta histórica de trabajo de conservación sostenible.
Las autoridades reconocen que no se trata de una emergencia puntual, sino de un problema estructural que requiere inversión continua y coordinación interinstitucional.
“Estos fenómenos no terminan con un decreto, sino con una planificación y una acción conjunta”, señala. Jaime Caicedo, ingeniero ambiental consultado a través de este medio. “El mar y el río nos recuerdan que el territorio es dinámico y que no podemos seguir improvisando en la gestión del riesgo”.
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Al declarar desastre público, el departamento del Magdalena busca no sólo atender la situación de emergencia, sino también generar conciencia sobre la prevención. Según la administración, la prioridad es proteger la vida de las comunidades y garantizar la conectividad vial que une a la región Caribe.
“Necesitamos tomar medidas urgentes para evitar lo peor”, dice María del Carmen, mirando el río desde su casa. “Espero que no esperen hasta que el agua se lo lleve todo”.
Autor: Roger Urieles para EL TIEMPO Santa Marta. @rogeruv