“La inteligencia común se ofrece a la poderosa discusión donde pueden hacer análisis de los efectos de la decisión que pueden tomar“, son las palabras de Alejandra Barrios, directora del Proyecto de Control Electoral (MOE). Este mensaje se dirige al Parlamento de la República, centrándose en una reforma constitucional propuesta que permitiría a los parlamentarios cambiar de partido sin enfrentar consecuencias negativas en sus escaños. Este fenómeno es conocido como Transfugu.
¿Qué elementos críticos contiene este proyecto?
Alejandra Barrios, director de Moe. Foto:Mes
Existen reformas constitucionales muy breves que plantean tres aspectos fundamentales. Primero, se establece que los elegidos para ocupar cargos en empresas públicas (como el Parlamento, Consejo, y JAL) pueden transferirse de un partido a otro una sola vez, cuatro meses antes de la elección, conservando su asiento. Esto implica que, aunque fueron elegidos por un partido, el asiento se convierte en propiedad personal, lo que significa que no se es elegido en sí, sino que se adquiere un puesto. En segundo lugar, se propone que no solo los parlamentarios, sino también gerentes, tengan la posibilidad de realizar este tipo de transferencias. Tercero y no menos importante, se busca eliminar la autoridad del Consejo de Estado para disciplinar casos de doble militancia, permitiendo más libertad a las organizaciones políticas. Si estas reformas son aprobadas, enfrentaríamos un grave riesgo: la potencial desintegración de nuestro frágil sistema de clases. La solución debe centrarse en fortalecer la democracia mediante arreglos transparentes que garanticen elecciones justas.
¿Qué opinó el MOE sobre la postura del Partido Conservador y ‘U’ al no respaldar la iniciativa?
Los estados financieros de estas dos organizaciones políticas son de considerable relevancia. Hay senadores que se abstienen de respaldar el proyecto sin haber abandonado sus respectivos partidos. Esta reforma constitucional evidentemente no favorece a los partidos políticos, ya que busca fortalecer las negociaciones internas y hacer más personal la política, una tendencia que puede acentuar el caudillismo y debilitar la estructura de partidos que son vitales para la democracia. La realidad es que los partidos continúan siendo el pilar más crucial para mantener un sistema democrático estable; el caudillismo y el liderato personal no son el camino a seguir.
MP para el Senado. Foto:Senado
¿Qué implicaciones tendría esto para el proceso electoral?
Pensando en las posibles interrupciones que podrían surgir antes de las elecciones de 2026, si comenzamos a finales de este año a observar la transferencia de miembros según acuerdos específicos, la tarea de elaborar una lista de candidatos se complicará significativamente. Aquellos que no logren posicionarse en los primeros lugares de estas listas podrían optar por no participar, pues otros les ofrecerían un mejor trato. Es crucial recordar que un abogado sigue siendo una figura predominante en el contexto parlamentario. Esto generaría una confusión sobre la identidad de los candidatos y las propuestas que presentan, afectando la autoimagen política de los votantes. Si además tenemos líderes que cambian de grupo cada cuatro años, el resultado sería un panorama electoral completamente incomprensible, donde los ciudadanos estarán eligiendo individuos y no representaciones políticas reales.
Centro Foto:Registro
Los defensores de la reforma argumentan que existen “juegos” que perjudican a los militantes…
El problema no se encuentra en las normas, sino en la debilidad de nuestras organizaciones políticas. Esta debilidad radica en la falta de un eficiente sistema partidario. Comparando con democracias más robustas, en otros países existen organizaciones no gubernamentales que regulan la responsabilidad y el desarrollo político dentro de los grupos. Este no es el caso en Colombia; aquí, los partidos han de lidiar solos con las complejidades de las negociaciones políticas.
Entonces, ¿qué debería hacer el Congreso?
El camino hacia el futuro debe orientarse al fortalecimiento de los partidos políticos, evitando la creación de caudillos, promoviendo líderes capaces que puedan construir consensos y resolver disputas al interior de sus organizaciones. El desarrollo dentro de cada partido es esencial, pero debe venir acompañado por un liderazgo de calidad. Desafortunadamente, la realidad actual abarata el proceso, permitiendo que individuos accedan a posiciones de autoridad sin la debida competencia, dejando un vacío significativo. Es en esta dirección que el Congreso debe trabajar para reforzar a los partidos políticos en lugar de desintegrarlos.
Alejandra Barrios, director de Moe. Foto:Mes
¿Qué ocurriría con el código electoral si sigue el transfuismo?
Es imperativo que el código electoral sea revisado y actualizado. La versión actual fue concebida en 1991 y se muestra obsoleta, al no contemplar aspectos relacionados con la tecnología de la información y las redes sociales. Ya existe una demanda de regulaciones que faciliten procesos electorales transparentes, lo cual no está reflejado en las normas vigentes. El transfuismo únicamente aborda un problema que enfrentan las 31 organizaciones políticas ante las próximas elecciones, pero no aborda las cuestiones de fondo, lo que crea distorsiones dentro del sistema político. De seguir este camino, corremos el riesgo de contar con partidos más débiles, guiados por líderes personales que dictarán el rumbo de la política nacional.
¿Qué mensaje final desea transmitir el MOE a los senadores?
Es fundamental que los legisladores actúen con inteligencia colectiva. Comprendemos que su posición en el Senado está en juego, pero lo que está en juego no es solo su carrera individual. La inteligencia colectiva invita a un diálogo profundo donde se puedan analizar las implicaciones de las decisiones que tomen en el presente.
Acuerdo entre la oposición 33 y el gobierno. Foto:
Juan Pablo Penagos Ramírez
Político