Factor chino – fondo

Factor chino – fondo

ConE ha recopilado recientemente, en un artículo de periódico del Financial Times, un retrato distintivo de Andrew Grove, quien es considerado una figura central en la evolución de la industria tecnológica. Grove, uno de los cofundadores de Intel en 1971, desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del primer microprocesador, el cual se ha convertido en un componente esencial para la creación y evolución de las computadoras. En la década de 1980, Intel comenzó a consolidarse como un gigante en el mercado, alcanzando, a finales de los años 90, un asombroso 85 por ciento de la participación en el mercado mundial de chips.

En sus reflexiones, Grove sostiene que el gobierno desempeña un papel crucial en la creación de una infraestructura nacional robusta que soporte la investigación básica. Esta investigación no es solo una cuestión de apoyo monetario sino más bien un medio para asegurar una base sólida para la producción exitosa a largo plazo.

La postura de Grove es especialmente relevante en el contexto actual, donde se intensifica el debate sobre la economía global y las dinámicas de cambio drástico en las pautas del comercio internacional. Este fenómeno tiene como trasfondo la creciente implementación de medidas proteccionistas, cuyas repercusiones están dando forma a las relaciones comerciales entre las naciones.

Para fortalecer el eje del crecimiento económico, según Grove, es necesario tener en cuenta la perspectiva de Kine y otros países del sudeste asiático. Esto se centra en tres elementos esenciales: el control de materias primas, el dominio en componentes y la manufactura de envases. Estos son los pilares que sostienen la industria y la economía en la región.

Además, este enfoque de desarrollo industrial también se complementa y se vuelve más relevante con el fortalecimiento de una infraestructura significativa que fomente la creación de ingenieros y científicos. Se trata de un esfuerzo por generar una amplia gama de productos que respalden la cadeia de producción, que es fundamental para el desarrollo industrial a nivel mundial y que, en el caso de China, ha sido crucial para su explosivo crecimiento económico. Compañías emblemáticas como Huawei, BYD y Xiaomi, que comenzaron a surgir hace apenas 15 años, son ejemplos claros del potencial de este desarrollo. Para poner esto en perspectiva, al observar la producción automotriz, China en 1987 fabricaba 450 mil vehículos, mientras que se proyecta que en 2024 esta cifra alcanzará los insólitos 31 millones de unidades.

Brad de Long, un historiador económico de la Universidad de California en Berkeley, señala que desde el año 2000, el crecimiento global ha estado impulsado en gran parte por la rápida industrialización de China. Este proceso se considera una “modernización en la historia”, que ha movilizado a cientos de millones de personas de áreas rurales hacia las ciudades. Este movimiento también ha facilitado las exportaciones de países que producen recursos, como Brasil y Rusia, entre otros. Sin embargo, de Long advierte que los límites del crecimiento de China ya son evidentes, manifestándose en una disminución de la tasa de crecimiento del producto junto con un alto nivel de endeudamiento.

Un interrogante crítico que emerge de esta situación es si China será el último país que siga el modelo de industrialización tradicional, es decir, el que empieza con la transformación de campesinos y la importación de productos que, a su vez, no pueden ser obtenidos a partir de los ingresos de una población que solo trabaja en el sector servicios.

El conflicto que ha dado inició a la política proteccionista actual no puede ser subestimado, teniendo siempre presente la posición y capacidad de China. Un artículo reciente de la revista Asuntos exteriores destaca que China es el único país en el mundo cuyo producto ha superado el 70 por ciento del de Estados Unidos. A pesar de ciertos desafíos, como la capacidad de producción y el avance en tecnología relacionada con vehículos eléctricos y reactores nucleares de cuarta generación, China lidera también en la producción de patentes y apariciones en revistas científicas.

En términos militares, el país ha desarrollado capacidades navales superiores y una impresionante colección de misiles y tecnologías. A pesar de que China se ve rezagada en áreas como biotecnología y aviación, donde Estados Unidos tiene la delantera, sigue siendo un actor dominante en muchas áreas de la producción global. Por ejemplo, produce casi la mitad de los productos químicos del mundo, la mitad de los buques y más de dos tercios de los vehículos eléctricos. Además, contribuye en un 90 por ciento en la producción de paneles solares y es responsable de más de tres cuartas partes de las baterías eléctricas a nivel global. También, se observa que casi la mitad de los robots industriales se instalan en China.

La cuestión de cómo se consolidará la nueva configuración del orden mundial se encuentra en un proceso de transformación abierta y continua. En este contexto, es evidente que el Factor chino seguirá siendo una variable clave, aunque no se puede subestimar la influencia y el poder de Estados Unidos en el escenario global.

N. B . Una noticia concisa, pero de gran impacto, resonó el 16 de abril. “Nuo Capital, una sociedad luxemburguesa dirigida por el magnate chino Stephen Cheng, cerró el acuerdo de compra para adquirir el 78,567 por ciento de las acciones de Bialetti”.

Noticias relacionadas