A lo largo de las calles de Las Nieves, ubicadas en el sureste de Barranquilla, la situación es alarmante: no hay aguacero que no esté acompañado de piedras, gritos y un profundo miedo. Esta realidad se ha vuelto casi normal para los que habitan esta comunidad.
La sensación de desasosiego es palpable. Nadie se sorprende; solo el cielo pareciera llorar al ver lo que sucede en el barrio, desde la Calle 18 hasta la Carrera 25, y desde la Calle 15 se pueden observar Cinco batallas de bloques. Es un ciclo recurrente y aterrador.
La llaman “Peñoneras”, pero no es un simple juego infantil; hay flechas volando, piedras en el aire, techos derrumbados, puertas deshechas y niños que lloran, temerosos, bajo sus almohadas. Este escenario es desgarrador y refleja una lucha constante por sobrevivir.
Una residente, que se identifica como Nzeves por razones de seguridad, expresa lo angustiante que es la situación: “Cuando comienza, sé que tengo que correr con cinco niños en la habitación, ya que el peligro nunca está lejos.”
Su voz tiembla al recordar un momento aterrador: “La bala cayó justo en la casa al lado. No miro la puerta”, dice con una resignación que acompaña a quienes viven en un entorno lleno de violencia. Las calles quedan vacías como si un cierre no oficial envolviera el vecindario.
Cuando llueve, el vecindario está paralizado
Las tiendas, el comercio, y los restaurantes quedan cerrados. Se escucha el eco del agua caer sobre los techos maltratados, desgastados por las piedras en conflicto. La cotidianidad se convierte en angustia y desesperación.
Este joven grabó cámaras disparando un arma de fuego mientras luchaba en el bosque de Nieves.Foto:Redes sociales
El paisaje no cambia: los grupos se aglutinan en las esquinas. Menores y adultos se enfrentan. La policía, en un intento de controlar la situación, llega con dos motocicletas para hacer frente a más de 100 jóvenes que se esconden y aparecen como sombras. Algunos están armados con machetes, otros con hechizos, guaridas, botellas y piedras; cualquier objeto puede ser un arma.
El conflicto se extiende, no hay control. La escuela Calixto Álvarez fue una de las últimas víctimas de esta violencia. Las piedras causaron daños en los techos y ventanas, dejando a los niños atrapados hasta que el aguacero se detuviera.
“Si la lluvia dura tres horas, también dura tres horas” dice un vecino anónimo, cuya voz se quiebra al expresar su temor. La situación ha empeorado considerablemente este año. Esta mujer, que opta por permanecer en el anonimato, añade: “Tan pronto comienzan las lluvias, ya los enfrentamientos han comenzado, y nadie sabe si las balas vuelan o simplemente son ecos de la lucha.”
Las sequías no son el único problema. De acuerdo con Ideam, Barranquilla y su área metropolitana están en alerta roja por posibles lluvias, lo que podría aumentar la violencia en esta parte del Caribe colombiano.
Recientemente, dos vecinos fueron heridos por balas perdidas que impactaron en las puertas de sus casas. Las marcas son evidentes y testimonian la guerra que vive esta comunidad cada vez que llueve.
Incluso el nuevo parque, inaugurado hace solo dos semanas, se ha convertido en un refugio de violencia. “Llegan allí cuando llueve”, denuncia un residente. La violencia sigue su curso, sin que nada la detenga.
Están buscando una solución entre los vecinos
Las reuniones entre los residentes y las autoridades han comenzado, convocadas por el Alcalde Boris Ariza quien admite estar tan asustado como el resto de los habitantes. Hasta las 3:00 del martes 6 de mayo, la comunidad del distrito de Las Nieves se reunirá en la escuela de la Calle 24 con Carrera 15 para buscar soluciones a esta problemática.
Gracias al torneo en un nivel diferente, el alcalde Alejandro Char intenta detener los combates en los distritos.Foto:Ayuntamiento
Se espera que participen miembros de la policía metropolitana y la oficina del alcalde de Barranquilla en estas reuniones. Los habitantes de esta zona de la ciudad no ocultan su miedo y desesperación. “Apenas ha caído unas dos lluvia y ya se siente lo que está sucediendo”, comenta una mujer que también prefiere permanecer en el anonimato, temerosa de la represalia: “No tengo idea de quiénes sean estas personas, algunos son menores y otros hombres adultos.”
Pero el miedo no es suficiente. Esta situación se ha repetido durante tres años. Todo parece indicar que el 2025 no será diferente.
La reacción del alcalde
Mientras tanto, a unos kilómetros de distancia, en el distrito de Cevilar, la vida es diferente. Allí, el torneo se juega a un nivel distinto, promovido por la oficina del alcalde.
El alcalde Alejandro Char se unió a Carmelo Valencia, un ex jugador junior, para ver a 160 jóvenes involucrarse en el fútbol, dejando de lado las piedras y la violencia. “Queremos invertir en los jóvenes, lejos de los peligros de las calles”, afirma el presidente con la convicción de que el deporte puede ser una alternativa sustancial al conflicto. “Que Barranquilla brille para sus jóvenes”, añade con esperanzas renovadas.
Pese a la celebración de los goles en el fútbol, en las Nieves aún hay quienes se refugian bajo sus techos, con el temor inminente de ser alcanzados por una piedra o una bala. La comunidad vive en una pesadilla constante cada vez que empieza a llover.
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