Por primera vez en muchos siglos, un Papa será enterrado fuera de la necrópolis del Vaticano.
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El próximo sábado, el Papa Francisco se someterá a un tributo fúnebre sin precedentes, cuando su cuerpo inerte sea transferido en una solemne y emotiva procesión desde la emblemática Basílica de San Pedro hacia la majestuosa Santa María La Mayor. Este trayecto, que abarca aproximadamente seis kilómetros, atraviesa el corazón de Roma y está colmado de significados históricos, lo que lo convierte en un evento de logística excepcional que no se ha presenciado en la historia reciente del Vaticano.
De hecho, es un hito notable que, por primera vez, un pontífice será sepultado fuera de la necrópolis situada dentro del Vaticano. A diferencia de sus predecesores, el Papa argentino ha tomado la decisión de hallar su descanso eterno en Santa María La Mayor, una de las basílicas más antiguas y veneradas de la ciudad eterna.
El recorrido
La procesión fúnebre no seguirá el camino habitual que cruzaría la Plaza de San Pedro, como ha sido la tradición durante generaciones. En lugar de eso, se retirará de manera discreta por la puerta a Perugino, un acceso menos notorio al Vaticano. Este gesto no solo simboliza la sencillez y humildad que caracterizaron el pontificado del Papa Francisco, sino que también refrenda su deseo de acercarse a la gente de una forma más íntima.
El ataúd del Papa será transportado en un vehículo especial diseñado para ser visible a los fieles, brindando la oportunidad de que muchos tengan la posibilidad de rendir sus respetos. Este especial convoy será acompañado por un reducido número de vehículos que llevarán al cardenal más cercano al fallecido. Las autoridades de la Santa Sede han proyectado que, en el transcurso de este recorrido, se espera la presencia de hasta 200,000 personas, sumando a esto la asistencia de 50 jefes de estado, 10 monarcas, y representantes de más de 170 delegaciones internacionales. Este evento ha requerido de una meticulosa operación de seguridad, lo que ha llevado a una significativa coordinación entre las fuerzas del orden italianas y las autoridades del Vaticano.
El trayecto de esta marcha fúnebre ha sido cuidadosamente planificado y, de hecho, se recicla parte de la antigua ruta Papalis, la cual era utilizada por los papas recién elegidos para trasladarse desde San Pedro hasta la catedral de San Juan de Letrán, conocida como la catedral oficial de Roma. En esta ocasión, la procesión pasará frente al icónico Coliseo, y continuará su camino a través de lugares emblemáticos tales como la Galería del Príncipe Amadeo de Saboya, el Kiosco de Vittorio Emanuele, la Plaza Venezia, y los Foros Imperiales, antes de tomar las calles Labicana y Merullana hasta llegar a Santa María La Mayor. Este recorrido no solo resalta la rica historia de Roma, sino que también sirve como un poderoso homenaje a la contribución del Papa Francisco a la comunidad católica y al mundo en general.