Paris Jackson pronto se enteró de que su vida no sería como la de los demás. Creció bajo máscaras que se escondieron la cara y en un universo rodeado de música, excentricidades y vigilancia de los medios. Pero lejos de estar atrapado en el mito, Ha logrado dibujar una propia identidad transgresora, Donde la música y la moda se convirtieron en su brújula. Hija de Michael Jackson, a los 27 años se mueve entre sesiones de estudio, campañas internacionales y festivales alternativos.
¿Uno de tus momentos más virales? En junio de 2024, durante un desfile desigual junto a la actriz Ester Expresito, que monopolizó cientos de focos, titulares y videos de Tiktok, quien habló sobre una actitud lejana y una supuesta enemistad entre ellos.
Si hace un año, ese momento eclipsó todos los ojos, un desfile desigual este 10 de septiembre dio lugar a otra perspectiva. La firma de Barcelona recibió la colección de Jackson nuevamente en la primera línea de su colección de estudio a aquellos que pudieron compartir gestos amigables, sonrisas e incluso un abrazo que disipó cualquier rumor de una supuesta rivalidad.
El abrazo entre la actriz española y la hija de Michael Jackson disipó los rumores de tensión. Foto:Instagram @ester_exposito
Más allá de ese tema, con una estética distintivaJackson ha logrado un camino para sí misma mucho más allá de su reconocido apellido, encarnando campañas de algunas de las firmas de moda más reconocidas en todo el mundo.
Entre máscaras y focos
Jackson nació el 3 de abril de 1998 en Beverly Hills, Califonia, y tuvo una infancia tan privilegiada como extraña. Su padre, obsesionado con proteger a sus hijos del escrutinio de los medios, los cubrió con velos y máscaras cuando salieron. Esa infancia iba desde la burbuja del rancho Neverland, con animales exóticos, parques privados y la certeza de vivir bajo la lupa del mundo.
La muerte de su padre, en 2009, se enfrentó a la pérdida y una exhibición excesiva. Con solo once años, París tomó el escenario del funeral y, con lágrimas, dijo: “Papá ha sido el mejor padre que puede imaginar”. Una frase que recorrió el planeta y marcó el comienzo de su vida como figura pública.
Los años siguientes no fueron simples. Entre las pasantías terapéuticas y las batallas con su salud mental, París enfrentó la adolescencia en un escaparate global. En medio de esa turbulencia encontró un refugio: la música, la guitarra y la escritura se convirtieron en herramientas para procesar la pérdida y comenzar a construir su propia voz.
Esos primeros acordes derivados de Las flores de sonidoUn par de proyectos con el músico Gabriel Glenn, y más tarde en su carrera en solitario.
Al mismo tiempo, otra faceta inesperada comenzó a descubrir: ModaUn espacio donde podría reinventarse sin renunciar a la autenticidad. Su entrada a la moda no era tímida. París debutó en campañas Calvin Klein y Balmainy pronto se convirtió en una cara regular de las revistas internacionales. La Gala Met 2017 lo colocó en el mapa general del estilo, aunque nunca ha sido encasillada.
Su estética, marcada por tatuajes, prendas bohemias, toques de ‘grunge’ y setenta, se convirtió en su carta de presentación. Más que posar, transmite una historia personal: la de alguien que usa la ropa como escudo y orador. Con frecuencia ha defendido la diversidad, la sostenibilidad y la aceptación de lo imperfecto. En un sector obsesionado con la homogeneidad, Su diferencia se transformó en virtud. La moda, cuando sea apropiada, no es un disfraz, sino una tierra donde afirma quién es.
Con su autenticidad y estilo alternativo, el cantante ha colaborado con diferentes firmas de moda. Foto:Efusión
En 2020 llegó el paso decisivo: su primer álbum en solitario, Marchito. Un álbum introspectivo, Alternative Folk and Indie Rock, que sorprendió por su vulnerabilidad y madurez. Las canciones, lejos del pop que consagraron a su padre, Michael Jackson, narraron la angustia y la soledad con una sensibilidad cercana a figuras como Phoebe Bridgers.
Marchito Confirmó que París no buscó repetir la historia familiar, sino escribir la suya. Sus conciertos en habitaciones pequeñas, íntimas y sin artificios, consolidaron esa imagen de un cantante: compositor que privilegia la emoción del espectáculo. Desde entonces, ha continuado publicando singles y colaboraciones, explorando un sonido en el que la fragilidad y la fuerza viven juntos. La música, para ella, es un espejo donde mira sin miedo a la cicatriz.
Activismo e identidad
París ha hecho de su vida un testimonio de resiliencia. Habla abiertamente de la salud mental, con la intención de romper los tabúes y acompañar a aquellos que están pasando por experiencias similares. Defiende las causas de protección ambiental y animal, en una línea que se conecta con la sensibilidad con la naturaleza que caracterizó a su padre.
La espiritualidad cruza su día a día: desde el budismo hasta el chamanismo, ha explorado diversos caminos en busca de significado. Sus tatuajes, más de ochenta, cuentan historias personales y símbolos sagrados. Su cuerpo es un lienzo que dice viajes, pérdidas y aprendizaje.
En la actualidad, Paris Jackson se mueve naturalmente entre dos universos que parecen complementarios. Por un lado, la música: prepara nuevos empleos, participa en festivales y colabora con músicos de la escena alternativa. Por otro lado, la moda: desfiles, campañas y proyectos vinculados a la sostenibilidad que lo mantienen como referencia.
Paris Jackson ha logrado algo inusual: escapar del destino de tantos niños niños, atrapados entre privilegios y desarraigación. Su historia es la de una mujer joven que lleva un nombre inmenso, pero que no tiene miedo de mostrar sus fragilidades y su propia búsqueda.
Su padre heredó la sensibilidad artística, de su propia experiencia, la capacidad de reinventarse. En él, la melancolía y la fuerza, la herencia y la ruptura viven juntas. No tiene la intención de llenar estadios, como Michael Jackson, sino conquistar esos espacios íntimos y pequeños donde su voz puede brillar auténtica y tocar a quienes lo escuchan.
María Muñoz Rivera
Informes de EFE