La realidad tan borrosa como la que vio ligeramente, a través del gas, que deja el horno, con la cual los cuadrados fritos en la panadería de la carrera 112 de 26J (Barrio Manuel Belttán), parece tener muchas personas en el este de todo.
A solo unos metros de distancia, donde se encuentra el CAI de este distrito, explotó un artefacto, con tal violencia, que por un momento interrumpió la producción de este popular amasijo, que algunas personas que estaban en su lugar tenían aceite de aceite casi húmedo cuando intentaba terminarlo.
Se presentó una ola violenta en todo y varias poblaciones de la parte inferior y el castigo. Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante
Fue una explosión que interrumpió el desayuno con el desayuno, que está lleno de impulso y energía para algunos de los que a menudo vienen allí antes de ir a trabajar, aprender o simplemente llevar a casa.
“Solo escuché un retumbar bastante fuerte, estaba muy asustado, y luego no saben si escapar o arrojarme al suelo, porque no sabe si ocurriría otra explosión”, dijo una de las personas que apenas se dirigieron a comprar algo para llevar a casa y que prefería omitir su nombre.
Y este idioma pone este tipo de ataque violento: miedo a hablar, quejarse, interrogatorio público sobre la violencia o, como muchos jóvenes en el área dicen: “mala conversación”.
Esta área está ubicada en el medio de un pequeño valle residencial, entre pequeñas tiendas y residencias, que en su mayoría afectaron las ventanas y las paredes.
Aunque aparentemente esta planta policial no sufrió ningún daño, uniformado Estaba aturdido, y algunas ambulancias que aparecieron inmediatamente tomaron al menos a cuatro personas.
Uno de los lugares más afectados fue un granero maravilloso que, paradójicamente, como su nombre, no se presentaron víctimas fatales, teniendo en cuenta que este es un oficio que muchas personas suelen ir por la mañana para comenzar a diseñar su almuerzo.
En Manuel Belttrán, pocas personas quieren hablar sobre este hecho. Foto:Tiempo.
Una motocicleta, una media topada con algunos tomates, mango y otras verduras, que se regaron después de golpear, y otras, pisoteadas por la desesperación de algunas personas mientras corrían, fueron arrojados al sitio.
Junto a esta planta hay un billar, cuyo propietario agradeció a Dios que dormía porque abre a las 4 de la tarde. En sus paredes, se escribieron algunos efectos de las fichas en los que se encuentran tradicionalmente a sus clientes, lo que, afortunadamente, a las 8:08 de la mañana probablemente disfrutaría de Bañuelo o “Hubbread” en la panadería en la esquina.
El área que estaba separada estaba llena de interesante, pero solo los agentes de CTI, la policía y los especialistas fueron analizados para recolectar pruebas para aclarar el hecho.
Desde el momento hasta el segundo, algunas personas intentaron regresar a su realidad, y más interesantes, decidieron ir a la estación de policía en Mango, ubicados a casi 3 kilómetros de Cai Manuel Belttán.
En este punto, el panorama era más DanteSque: la policía corría de un lugar a otro, algunos en flip -flops y pantalones, tratando de controlar esta área, mientras la ambulancia resultó herida, con la excepción de un hombre que perdió algunas extremidades debido al impacto de la explosión.
La situación en el este es tan compleja que muchas personas ya se están acostumbrando a la vida entre los ataques de explosivos, especialmente aquellos que están cerca de una determinada estación de policía o CAI. Mantienen un equilibrio entre la esperanza y la desesperanza para que no se aplique a él.
El alcalde Alejandro Eder recibió hombres uniformados que fortalecerán la seguridad. Foto:Ayuntamiento
Y tal como dijo el famoso creador del contenido de East Calceño, que estaba cerca de Cai Manuel Belttán: “Maniiitos, aquí tienes que jugar con vida, arroja la vida para que no haya sorpresa, no hay sorpresa”.
A pesar de la compleja situación, que se vive en esta área, no se pierde una chispa, alegría y “sabrosa” que los caracterizan.
Potencia y control
Los ataques en tres puntos de Cali (Cai de Meléndez y la estación de Manuel Belltán y Mangoes), así como una escalada violenta en Cauca, Buenaventura e intimidación con bombas reducidas en Jamundí, trate de enviar un mensaje al gobierno nacional, el poder y el control.
El analista de conflictos y paz, Diego Arias, cree que este tipo de acción, especialmente en el este de Caleño, trata de mostrar: “poder, control y capacidad para actuar, que al mismo tiempo desnuda sobre la incapacidad de utilizar una estrategia de seguridad realmente efectiva y un control territorial”.
“Tales acciones no tienen una influencia significativa en el sentido de una gran fuerza militar, pero tienen un impacto desestabilizador en la vida cotidiana en lugares críticos. De lo contrario, cuestiona la política de paz total, que se ha implementado fuera del margen de tener una política de seguridad sólida al mismo tiempo”, agregó Arias.
17 ataques terroristas Shake Valle y Cauca. Foto:
Para el analista, el mensaje de que quieren enviar grupos armados responsables de los ataques en la región es: “No somos derrotados y tendrán que contar con nosotros por el éxito de la paz total”.
Miedo, “arma” de control y caos
Cada vez que surge un acto violento, el miedo se convierte en el lenguaje de las víctimas y las personas afectadas por un hecho violento.
Por ejemplo, en el este, varias personas miraban cada bolsa de basura y pensaron que era confiable, mientras que otros, duplicados a mayor escala, WHIPP y redes sociales, en información falsa, como acentos de divisas, militarizaciones y cierres escolares.
Una de las información que se generaba con mayor frecuencia el algorot era la supuesta bomba en un centro comercial, que generaba caos, como en la escuela circundante.
“Por favor, detenga, la información que proporcionamos es oficial, cada hora enviamos una declaración a través de canales oficiales para informar sobre lo que está sucediendo en la ciudad. Por favor, la responsabilidad de la información que circula en las redes. Solo informamos sobre los anales oficiales”, preguntó los ciudadanos, secretario de seguridad y justicia, Jairo García.
José Antonio Minota Hurtado
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